VISIONES, OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS PARA LA BIOECONOMIA EN EL SUR DE EUROPA
20 / 10 / 2016
San Sebastián acogió, el 28 de septiembre de 2016, el Seminario “Visiones, oportunidades y desafíos para la bioeconomia en el sur de Europa”, organizado por el European Forest Institute (EFI), con la colaboración de la Unión de Selvicultores del Sur de Europa (USSE), Baskegur y Eustafor (European State Forest Association), con el apoyo del Departamento de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco.
El seminario, que comenzó con un breve discurso de bienvenida por parte de la Directora Gerente de la USSE, Dña. Leire Salaberria, contó, entre otros, con la presencia del ex Primer Ministro de Finlandia y autor del “Informe Aho sobre innovación en Europa”, D. Esko Aho, así como con el Director de EFI, D. Marc Palahi. El gobierno Vasco estuvo representado por el Viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria, Desarrollo Económico y Competitividad, D. Bittor Oroz, que se dirigió a los participantes en el acto de apertura del seminario confirmando la apuesta del Gobierno Vasco por la transición hacia una economía baja en carbono.
Durante la sesión se presentaron experiencias, modelos de negocio y visiones de empresas innovadoras de la construcción sostenible, química verde o bioenergía. Un ejemplo de lo que ya se está haciendo en el norte de Europa lo expuso D. Risto Poutiainen, vice presidente del Consejo de Karelia del Norte (Finlandia), que presentó su ambiciosa estrategia para una región 100% libre de combustibles fósiles. El seminario finalizó con un panel de discusión sobre los retos y oportunidades para avanzar hacia una Bioeconomía en el que participaron responsables de distintos clústeres empresariales así como representantes de los propietarios forestales.
Tal y como se pudo constatar durante la jornada, está claro que, con el papel que ya se les ha reconocido a los bosques y a la gestión forestal sostenible en la lucha contra el cambio climático, tanto como sumideros de carbono como a la hora de la fijación de carbono en productos madereros y como principal recurso biológico en una economía baja en carbono o bioeconomía, basada en recursos biológicos y renovables, se abre un mundo de posibilidades para el sector forestal.
Tras el Acuerdo de París sobre cambio climático adoptado en la COP 21 en diciembre de 2015, no cabe duda de que el cambio climático es uno de los desafíos más importantes al que nos enfrentamos en el siglo XXI. Éste tiene su origen en el sistema económico actual, es decir, en una economía basada en los recursos fósiles, que si bien ha llevado a un gran crecimiento, desarrollo tecnológico y niveles de prosperidad sin precedentes, ha creado la externalidad más importante de nuestros tiempos: el cambio climático.
El cambio climático tiene además un efecto intensificador, un efecto en cascada en el resto de los desafíos globales que a su vez se encuentran conectados entre sí: escasez de agua, seguridad alimentaria, perdida de biodiversidad, pobreza, migraciones, salud, etc. Es por este motivo por el que nos encontramos ante un desafío difícil de afrontar pero que es crucial para nuestro futuro.
En las próximas dos décadas deberemos de ser capaces de producir algo más del 50% de alimentos, agua y materias primas para cumplir con las necesidades de la población mundial. Una población que no sólo está creciendo rápido, sino que además está cambiando más rápido que nunca. En 2030 habrá más gente mayor de 60 años que niños menores de 10 años.
Por ello, si queremos un futuro sostenible para las generaciones futuras, no hay otra manera que un cambio de paradigma en nuestra economía, en nuestra sociedad, tanto en lo que se refiere al consumo como a la producción. Necesitamos cambiar de una economía lineal basada en recursos fósiles a una economía circular donde los recursos biológicos jueguen un papel fundamental, una bioeconomía circular.
Es este el contexto mundial en que nos encontramos actualmente, y que tan bien supo plasmar el Director de EFI,D. Marc Palahi, en su intervención en el seminario. El Sr. Palahi hizo asimismo especial hincapié en el hecho de que tanto los líderes políticos como económicos se han dado cuenta ya de que un cambio de paradigma es necesario, y así lo demuestran tanto el mencionado Acuerdo de París como el Informe Anual de Riesgos de 2016 del Foro Económico Mundial, que identifica el cambio climático como el riesgo número uno para la economía global en la actualidad.
Así mismo, el ex Primer Ministro Finlandés, D. Esko Aho, señaló una serie de elementos que deben acompañar ese cambio de paradigma en Europa donde actualmente se viven dos revoluciones: la revolución digital y la bio-revolución.
El momento oportuno, tecnología revolucionaria, capacidad de asumir riesgos, capacidad y talento adecuados, así como un ecosistema oportuno, son los elementos necesarios que el Sr. Aho mencionó como los mayores desafíos que conlleva este cambio de paradigma. En su discurso, puso especial énfasis en cómo conseguir el mejor de los ecosistemas para una bioeconomía en Europa.
No cabe duda de que el momento oportuno es el actual y que para transformar la economía actual en una bioeconomía es necesario una arquitectura, es decir un marco en el que esta transformación sea posible, en el que, además de los elementos anteriormente citados, haya un marco regulatorio con una serie de reglas y estándares comunes que permita a todo el mundo ir en la misma dirección; porque juntos podemos llevar a cabo este cambio.
Igual de importante va a resultar la colaboración entre el sector público y el privado, ya que tenemos que ser capaces de entender que necesitamos los mejores recursos privados, las mejores capacidades y talentos del sector privado para hacer que las cosas pasen tanto en la revolución digital como en la bio-revolución, y es también aquí donde los gobiernos han de facilitar la arquitectura que mencionábamos anteriormente.
En este contexto ¿cuál es el rol de los bosques? Nuestros bosques son la principal infraestructura biológica de nuestro planeta y juegan además un importante papel a nivel estratégico. Por un lado, los bosques y la gestión forestal tienen un papel clave en la sostenibilidad de agua, suelo y biodiversidad, ya que sin estos tres recursos no hay vida; por consiguiente, los bosques son fundamentales para un planeta resiliente, adaptable a los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Por otro lado, es la principal infraestructura biológica de recursos renovables biológicos que no compiten con la agricultura ni con la alimentación directamente, elemento muy importante en un contexto de población creciente.
Y a todo esto debe añadirse que ya existe tecnología capaz de transformar estos recursos en bioproductos de nueva generación: productos químicos, productos alimenticios, bioplásticos, materiales compuestos, productos farmacéuticos, textiles, productos para la construcción o bioenergía, que ahora pueden producirse a partir de la madera y que pueden sustituir a cualquier producto derivado del petróleo y a cualquier material no renovable como el acero y el hormigón.
En esta transición hacia una bioeconomia, no hay que olvidar las realidades y especificidades de cada región, ni tampoco el hecho de que estas posibles oportunidades conllevarán riesgos y desafíos que harán que el sector tenga que salir de su zona de confort y asociarse y establecer sinergias con otros sectores, si realmente queremos explotar la potencialidad de los cambios que se avecinan. No se puede afrontar este cambio paradigmático de una forma estanca, sin asociacionismos y sin la búsqueda de sinergias entre los distintos sectores. De hecho, puede que el sector forestal, como tal, acabe desapareciendo ya que este cambio de paradigma nos hará asociarnos con otros sectores como el energético, el químico o el textil entre otros y que terminemos siendo un bio-sector.
Todo apunta a que el sector forestal va a cambiar más en los próximos diez años de lo que ha cambiado en los últimos 200, aunque ello va a requerir de un importante liderazgo político, de una mayor inversión en innovación e I+D, y sobre todo, de un cambio de mentalidad por parte de los que conformamos este sector.
Este cambio de paradigma, va a requerir además un esfuerzo a la hora de comunicar y explicar a la sociedad la labor de colectivos como el que representamos en la USSE, el de los propietarios forestales, que finalmente son los garantes de este recurso biológico que puede proporcionarnos una forma de vida más sostenible, no solo a nosotros si no a generaciones futuras.
En conclusión, nos encontramos ante un futuro lleno de posibilidades pero que hay que saber gestionar y adaptar a las circunstancias y especificidades regionales, y una vez conozcamos nuestra realidad debemos explorar la potencialidad que este cambio de paradigma nos ofrece; que en el caso del sector forestal es un tren que no podemos dejar pasar.
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